los 7 pecados capitales
Ella es una chica cualquiera, una joven universitaria que cursa la carrera que sus padres eligieron para ella en una ciudad desconocida. Es buena persona -o lo parece-, pronto hace amigos, se enamora -o eso dice-. Pero caprichos del destino -o no- y bastan 24 horas, el primer día del año es suficiente para que uno tras otro vayan emergiendo en su vida los 7 pecados capitales que -tal vez- la condenen al fuego eterno del infierno. Ella es Jessy, ella es cualquiera.
Era la una. La luna llena de aquella noche asomaba por la ventana resaltando las curvas de Jessy. Estaba frente al espejo retocando sus carnosos y rojos labios -coloreados para la ocasión- y que tanto gustaban en su clase. Aún no había elegido vestido, y sus dos compañeras de piso, impacientes, ojeaban casi descaradamente como se paseaba aún por él con aquel sujetador negro -era una de esas noches en las que Jessy “iba a seducir al amor de su vida” el negro era su color, y debía elegir cual de sus vestidos se pondría esta vez- y su tanga rojo que sería -cuando estuviese sola delante de él, y junto con sus labios- su vestido más hermoso.
No es posible, el chico malo se iba a perder la primera fiesta del año? Habían llegado tarde, el tráfico, el GPS, la maldita elección del vestido… ya se había ido!! Con Pilar? La chica de primero?? Aquella que siempre iba en vaqueros, con coleta y abrazada a sus libros??? Pero la noche pronto cambió de color gracias a Sta. Teresa… que ironía… Lo cierto es que pasadas dos horas Jessy estaba sumida en el más alocado desenfreno sexual con… era Toni?… Luis quizás??… no le importaba demasiado, deseaba tanto terminar en aquel piso… y esa noche lo había hecho suyo…. Ese día 31 había amanecido enamorada, decidida a seducir al amor de su vida, y ahora estaba en su casa. Sin embargo era la habitación de al lado… y estaba en brazos de su hermano mayor, David, que acostumbraba a usar la cartera para ligar, algo que sospechaba su mujer…
El nunca sabrá lo que pasó esa noche puesto que jamás volvería a casa. Durmió con Pilar, quien sin quererlo ni darse cuenta había llamado la atención del macarra de clase. Al día siguiente y bajo los efectos de una persistente resaca se deslizó entre las cálidas sábanas de aquella habitación desconocida, abandonó aquel espacio iluminado por el resplandeciente rostro de una muchachita que creía haber conocido por fin el amor para adentrarse en la más profunda oscuridad provocada por un “amor” del que desconocía su existencia…